Napoleón
Rescatado: 10 de octubre de 2010
Cuando escuchamos por primera vez hablar de Napoleón, estaba siendo usado para tirar de un carro; el carruaje era demasiado pesado para un poni tan pequeño. Al mismo tiempo los dueños de Napoleón solían golpearlo sobre la cabeza con un palo, ese era el castigo para él, si no galopaba lo rápido que ellos querían.
Con nuestra ayuda conseguimos involucrar a la policía de Almoradí, pero, con el fin de evitarnos, los dueños de Napoleón comenzaron a cambiarlo de lugar cada noche.
Seis meses después, la policía nos llamó para rescatar a dos pequeños minis. Los oficiales nos dijeron que debíamos darnos prisa porque la situación era peligrosa. Por tanto, necesitábamos sacar a los ponys rápidamente antes de que los dueños volvieran. Para nuestro asombro, vimos que uno de los ponis era Napoleón; el mini que habíamos intentado salvar antes durante el año.
Encontramos a Napoleón en un estado deplorable inanición. Estaba atado a un arbusto de espinas junto a otros tres equinos: el poni Nelson y los caballos Jake y Sophia. Los cuatro no tenían ni comida, ni agua, ni refugio, estaban cubiertos de garrapatas y pulgas, y una espina se había metido en el ojo de Nelson y se había secado como una pasa; más tarde tuvimos que quitarla por medio de intervención quirúrgica.
Finalmente, pudimos rescatar a los cuatro equinos y llevarlos a nuestro centro, donde empezaron a recibir el cuidado adecuado. Por su seguridad, los tuvimos ocultos durante seis meses porque temíamos por ellos.
Napoleón ahora es un fabuloso poni con un poco de sobrepeso, tiene unos preciosos ojos azules y le encanta jugar al pilla-pilla con su mejor amigo Cruz. Juntos pasan el día jugando y rodeando el prado en galope plano.
Somos una fundación sin ánimo de lucro formada casi prácticamente solo por voluntarios, y dependemos de vuestras donaciones para continuar el trabajo de salvar ponis como Napoleón, y poder cubrir el coste de su alimentación y sus cuidados. Más info sobre cómo puedes ayudarnos aquí.
– Traducción al español por Raúl Gonzálvez.
